El perfeccionismo es un tema más que trillado en internet. Pero, después de tanto tiempo escuchando hablar de él, creo que tengo algo que aportar. Para mí, es bastante obvio: en una sociedad que vive con prisa, el perfeccionismo es atacado sin piedad en nombre de la velocidad, la producción rápida y la eficiencia. Los expertos están en decadencia, y los que siempre “tienen razón” son gurús de internet que nunca estudiaron nada con amor, sacan una “verdad” de la manga y la gritan a los cuatro vientos.
Y seamos sinceros: todo el mundo está justo de dinero también, lo que genera una urgencia tremenda.
Pero con esa filosofía también se borra por completo la idea de que, para hacer algo bien hecho y especial, se necesita tiempo.
Los Lusíadas tardó 15 años en escribirse.
Las Crónicas de Narnia, 8 años.
El Hobbit, entre 2 y 3 años (y Tolkien incluso se tomó un descanso en el proceso).
El origen de las especies, 20 años.
¿Y hoy? “¡Escribe tu libro en un día con ChatGPT!” Por favor… qué anuncio tan ridículo.
Y yo aquí, frente a mi manuscrito, pensando:
“¿Cómo mejorar esta escena?”
“¿Qué ángulo o perspectiva es la mejor?”
“¿Cómo aumentar la intensidad?”
“¿Esto transmite realmente lo que quiero decir?”
“¿Qué palabra encaja mejor aquí?”
No sé si soy una soñadora o una ilusa por seguir creyendo en crear cosas con alma. Quizás un poco de ambas. O quizás solo soy muy buena para enrollarme, y lo único que quería decir es que la escena de esta semana fue difícil de escribir, ¡pero no estuvo exenta de gloria!¡
Porque por fin encontré el nombre de mi villano! Jejeje.
Hasta la próxima semana,
B.R.